lunes, 21 de noviembre de 2016

¿POR QUÉ ES TAN COMPLICADO IMPLEMENTAR UN ENFOQUE DE APRENDIZAJE?


A nivel coloquial, solemos confundir el enfoque de enseñanza y el enfoque de aprendizaje a la hora de hablar de sistemas educativos, pero, ¿qué es en realidad el enfoque de aprendizaje?, ¿qué implica?, ¿qué factores sociales nos obstaculizan a la hora de aplicar este enfoque?

El enfoque de aprendizaje.
A manera general, tanto a padres como a profesores siempre nos ha preocupado que el alumno aprenda y nos hemos centrado en buscar herramientas que nos faciliten la labor de enseñar a los alumnos o hijos; ya que el aprendizaje tanto de conocimientos como de conductas pro-sociales y/o adecuadas, requieren de un aprendiz y un tutor, profesor o padre.
Hasta aquí todo bien, pero resulta que en los últimos veinte años nos estamos empezando a dar cuenta de que sí, es importante aprender, pero es mucho más importante cómo lo aprendemos.
Entonces aparece este enfoque maravilloso donde el centro del saber o del aprendizaje ya no está en la manera de enseñar, ya no se centra en el “tutor, profesor, padre” se centra en el “alumno, hijo”.
Y esto va acompañado de un decálogo muy particular, ya que este tipo de enfoque y estos tiempos en los que la información cambia a velocidades vertiginosas exigen un ser humano con unas competencias muy concretas, entre las que están el saber aprender.

Pero… ¿qué implica el enfoque de aprendizaje?
Esta nueva forma de enfocar el aprendizaje, requiere de personas críticas, reflexivas, capaces de analizar conceptos y situaciones, de auto-gestionarse en el conocimiento y no solamente apropiarse de este, sino también tienen que ser capaces de gestionar y adquirir estrategias para tener un aprendizaje eficaz que les permita gestionar y asimilar los conocimientos y aprendizajes a lo largo de toda su vida, no solamente en el ámbito laboral o escolar, sino en todos los contextos en los que se desenvuelva.
Todo esto implica el centrar el aprendizaje en el “alumno, hijo”. Ya no depende de si el profesor explicó o no bien cierto tema, ni siquiera depende de que como padres hayamos estado encima de nuestros hijos para cumplir con los deberes, ahora depende del “alumno, hijo”.

Y entonces… ¿qué hacemos con los profesores, padres, tutores?
Si con este enfoque todo el aprendizaje depende de los “alumnos, hijos”, e implica que sean completamente autónomos en la gestión de éste y sus estrategias para obtenerlo, ¿qué rol le queda al profesor, padre, tutor?
Resulta una tarea bastante compleja intentar definir el rol que debieran ejercer bajo este enfoque los profesores, tutores o padres, ya que no puede hacerse una definición mecánica de este.
Las que están un poco más claras, son algunas directrices que pueden facilitar que el “alumno, hijo” adquiera aquellas capacidades implicadas en el proceso del aprendizaje. Podemos entonces concretar que para que el “alumno, hijo” empiece a desarrollar esas capacidades, necesita de un padre, tutor o docente que le despierte el interés por aprender, le de pautas o acompañe en el proceso de cómo aprender aquello que interesa y le muestre cómo diseñar o gestionar estrategias para mantener este aprendizaje actualizado, es decir, que no solamente le despierte el interés por aprender, sino que además le despierte el interés por desaprender aquello que ya no es útil para poder reaprender lo que puede serlo.
Como podemos ver, el rol no es sencillo y, aunque la responsabilidad final del aprendizaje recae sobre el “alumno, hijo”, también es verdad que requiere de un detonante, llámese, profesor, tutor o padres. Y este detonante será un facilitador, no solamente de información, sino de cómo buscarla y gestionarla, sino un facilitador del factor más importante para que finalmente se dé el aprendizaje en el “alumno, hijo”, el factor emocional, ya que finalmente el aprendizaje es volitivo, es una cuestión de voluntad.

En conclusión… ¿existen factores sociales que obstaculicen este enfoque?
Pues sí, nuestra cultura paternalista es uno de los factores que más obstaculizan que este enfoque pueda implementarse funcionalmente en las instituciones educativas y en general en nuestros estilos de vida.
Como padres, dudamos de la capacidad de nuestros hijos de llevar a cabo ciertas responsabilidades, y, a veces, hasta de tomar sus propias decisiones. Basta ver cuántos padres están en grupos de whatssap para poder estar al día de los deberes que les dejan a sus hijos, asumiendo así una responsabilidad que no les corresponde, que en realidad corresponde al “alumno, hijo”, y que es estar el día de lo que tienen que hacer.
Por otro lado, en el ámbito escolar, nos cuesta, como docentes, soltar ese control que tenemos de la información que ya dominamos, no trabajamos estrictamente con syllabus, es decir, con una programación hecha de tal manera que los alumnos sepan qué se va a ver qué día; y, en dónde pueden encontrar la información, así como los conocimientos previos que se requieren, de esta manera,  en caso de que falte el profesor, los alumnos pueden trabajar en el tema que se vería ese día, dejando así las dudas para cuando el profesor vuelva, dando el tema por visto.
En nuestro caso, como docentes, solemos retomar temas de años anteriores, o que no entran en el programa, por nuestra preocupación de que el alumno no tenga los conocimientos necesarios para entender la materia, sin que sea responsabilidad nuestra, de hecho, no damos un tema por visto porque socialmente el profesor tiene la obligación de enseñarle al alumno, aunque no cumpla el programa, en lugar de que el alumno sea responsable de tener los requisitos necesarios para cursar una asignatura. Lo que degenera en el área laboral en empleados que necesitan tener siempre a su supervisor encima para poder trabajar o cumplir los objetivos, ya que no están acostumbrados a gestionar su aprendizaje, y, por lo tanto, su trabajo.
Estos, en mi opinión serían los principales obstáculos para el enfoque de aprendizaje; la cultura paternalista y el asumir responsabilidades que le corresponden a los “alumno, hijos”.  Lo que finalmente anula la motivación por aprender, es decir, en lugar de despertar el interés, despierta el desinterés por la obtención de un conocimiento nuevo, porque lo damos ya todo hecho, “los alumnos, hijos” no tienen ni que plantearse la duda, responsabilidad o necesidad, esas ya se las damos resueltas. Por lo que entonces da igual que tengas al mejor profesor, tutor, o padre; si una persona no quiere aprender, no lo hará, y uno no quiere cuando no tiene la necesidad; pero una persona que está interesada en algo aprenderá con profesor, sin profesor y a pesar del profesor.



Minerva Atenea Ojeda Delgado

martes, 1 de noviembre de 2016

EL ACROSPORT EN LAS AULAS, UN APRENDIZAJE COOPERATIVO



Para atender a las demandas de nuestra sociedad actual y el avance de las nuevas tecnologías, la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE) y la OECD (2005) abogan por una educación basada en el desarrollo de unas competencias clave que permitan a los jóvenes formarse como ciudadanos autónomos y responsables para su completa inclusión social. Para esto nos sugieren que empleemos metodologías activas y participativas que generen condiciones y oportunidades de aprendizaje utilizando recursos y técnicas que hagan que el verdadero protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje sea el alumnado.
Desde EN(RED)AMONOS os invitamos a que dentro de las aulas de Educación Física dediquéis una unidad didáctica al acrosport utilizando como metodología de trabajo el aprendizaje cooperativo. Para guiar nuestra sugerencia os daremos respuesta a las siguientes preguntas:
¿Qué es el acrosport?
El término acrosport es el utilizado en el ámbito educativo para referirse a la Gimnasia Acrobática. La Gimnasia Acrobática es una disciplina gimnástica que consiste en la realización de una coreografía en la que se deben combinar pirámides, o figuras humanas, con elementos gimnásticos de mayor dificultad. Las pirámides están formadas por portores, quienes forman la base sobre la que se construye la pirámide y ágiles, los que se suben sobre los portores para realizar posiciones de flexibilidad, equilibrio o dificultades dinámicas (Vernetta, López-Bedoya y Jiménez, 2007). Con este deporte se pueden potenciar valores sociomorales y conductas prosociales como el liderazgo, la diversión, la sensibilidad social, el respeto y el autocontrol (Reguera y Guitiérrez-Sánchez, 2013). Posibilita la realización de trabajos en grupo, socializando y respetando las competencias, los aprendizajes, los límites y potencialidades de cada sujeto en el contexto de la educación formal (Parra et al., 2010).
            Al tratarse de una actividad grupal y vistosa, resulta atrayente y motivante para el alumnado, por lo que dota al acrosport de un gran contenido didáctico, ya que el adolescente desarrolla su capacidad de superación, mejorando su implicación en las actividades, aumentando su nivel de responsabilidad. Además, permite que sea consciente de sus aciertos y errores ampliando sus conocimientos.

¿Qué es el aprendizaje cooperativo?
            Es una metodología educativa que se basa en el trabajo en grupos, generalmente pequeños y heterogéneos, en los cuales cada alumno trabaja con sus compañeros para alcanzar un objetivo común, mejorando su propio aprendizaje y el de los demás (Johnson, Johnson y Holubec, 1999; Velázquez, 2010).
Es muy importante no confundir el trabajo cooperativo con el trabajo en grupo, ya que para que exista un aprendizaje cooperativo es necesario que exista una interdependencia positiva, siendo conscientes de que necesitamos trabajar simultáneamente para lograr el mismo fin; existiendo una relación directa entre todos los miembros del grupo que permita la mejora de su comunicación, respeto, implicación y responsabilidad personal y grupal. Es fundamental saber escuchar y respetar las aportaciones de nuestros compañeros. Además, permite identificar los errores, por lo que intentan mejorar su rendimiento realizando una evaluación permanente de sus acciones, lo que los lleva a implicarse más en el proceso de enseñanza aprendizaje.
A través de esta metodología, se desarrolla la capacidad de organización y de trabajo en equipo de manera autónoma, de tal manera que el profesor deja de ser un instructor y pasa a ser guía del proceso dejando que los protagonistas sean los alumnos.

¿Qué beneficios aporta en el proceso de enseñanza aprendizaje el acrosport utilizando una metodología cooperativa?
Permite centrar el proceso educativo en las necesidades y características personales y sociales del alumnado.
El acrosport se caracteriza por la necesidad de realizar actividades que desarrollen y mejoren la capacidad de cooperación grupal, la responsabilidad, la comunicación, la interacción social, la creatividad, la autoestima y el autoconcepto.
Permite programar y trabajar contribuyendo al desarrollo de las competencias clave que involucran la movilización de las destrezas prácticas y cognitivas, las habilidades creativas y otros recursos psicosociales como las actitudes, la motivación y los valores.
            Pero sobre todo, desarrolla aquellas habilidades personales que hacen posible que el alumno pueda comunicarse adecuadamente con sus iguales y superiores. Mejora su comunicación verbal y no verbal, su capacidad de comprensión escrita y oral. Aprenden a comunicase desde el respeto y el diálogo en pro de un entendimiento que los lleve a la consecución de un fin común.
Recomendaciones para aquellos que queráis utilizar este tipo de metodologías en sus aulas
Cambiar el enfoque educativo, no se busca instruir o adoctrinar alumnos, se busca promover que el alumnado aprenda a cooperar y a utilizar los recursos de los que dispone para alcanzar diferentes aprendizajes curriculares.
Hay que lograr que el alumnado llegue al convencimiento de que aunar esfuerzos con los compañeros y compañeras de clase es más efectivo que tratar de ser mejor que ellos.

Esto se puede conseguir a través del acrosport, porque no es posible realizar las pirámides, ni hacer una coreografía grupal con elementos de dificultad sin la ayuda y cooperación de los compañeros; para que salga bien, hay que sentirse miembro del grupo.






 Profesora Xoana Reguera López de la Osa



viernes, 16 de septiembre de 2016

ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES E RENDEMENTO ACADÉMICO


     Aproveitando o comezo dun novo curso sería bo que todos (pais, nais, educadores, etc.) reflexionásemos sobre a cuestión das actividades extraescolares e a súa influenza no rendemento académico. Pero, para abordar este tema, primeiro debemos ter claros dous puntos:
  • Que son as actividades extraescolares?
  • Que entendemos por rendemento académico?
Pois ben, as actividades extraescolares poden definirse como aquelas que se realizan fóra do horario escolar e que apoian, complementan e potencian tanto o rendemento escolar do/a alumnado/a coma o seu propio desenvolvemento persoal (RD 1694/1995; Decreto 444/1996; Moriana et al., 2006).
Estas actividades realízanse fóra do currículo escolar, serven de axuda para que as familias concilien o seu horario laboral co seu horario familiar e dependen de maneira case exclusiva das ANPAS xa que, normalmente, son as ANPAS as que realizan a oferta de actividades extraescolares do centro educativo.
En canto ao rendemento académico, este é un termo que engloba diferentes aspectos que inflúen no éxito ou fracaso escolar dun/dunha estudante, a pesares de que comunmente se acabe reducindo ás puntuacións que os/as escolares obteñen en cada unha das materias. Non obstante, o rendemento académico é un aspecto moi difícil de medir, xa que nel inflúen outros moitos factores como poden ser: a intelixencia, a motivación, aspectos socioeconómicos, a familia, o entorno, o autoconcepto, a autoestima, as reformas políticas e educativas, etc. (Muñoz & Teódulo, 1971; Edel, 2003; Carmona, Sánchez & Bakieva, 2011; Cladellas, Clariana, Badia & Gotzens, 2013).
Por tanto, poderiamos dicir que no rendemento académico inflúen tanto aspectos cognitivos como emocionais e que, para que o desenvolvemento e o rendemento dun neno ou dunha nena sexan óptimos, hase de producir un equilibrio entre a parte cognitiva e a emocional.
Unha vez aclarados ambos termos parece evidente deducir que, se o rendemento académico é un termo que se ve influenciado por un gran número de factores, as actividades extraescolares poden resultar beneficiosas, xa que estas ensinan e desenvolven moitas habilidades que os rapaces e rapazas precisan para se converter en adultos. Por exemplo: xestión do tempo; adaptación a novas situacións e contextos; persistencia; autodisciplina, autoconcepto, autosatisfacción e autoestima; responsabilidade; habilidades sociais e comunicativas; autonomía; creatividade, etc.
Sen embargo, non só se trata de que nos resulte evidente a influenza das actividades extraescolares no rendemento académico, senón que existen estudos que así o demostran. Non podemos dicir, non obstante, que as investigacións nesta materia sexan moi abundantes pero, xeralmente, os autores están chegando a unha mesma conclusión: os/as alumnos/as que realizan actividades extraescolares mixtas (deportivas e académicas ou deportivas e artísticas, sobre todo) obteñen mellores resultados educativos que os/as que só realizan actividades académicas, pero aínda así, os/as que só realizan actividades deportivas superan en resultados ós/ás que só fan actividades académicas. Sorprendente, non si?
Pero aínda hai máis, as investigacións existentes amosan un menor abandono escolar e un maior logro académico e compromiso coa escola por parte daqueles/as alumnos/as que participan en actividades extraescolares. Así mesmo, os estudos reflicten que na Educación Secundaria Obrigatoria descenden os niveis na práctica de actividades físico-deportivas, ó mesmo tempo que aumenta o consumo de substancias tales como drogas e alcohol, o cal viría a sustentar a idea dos beneficios que se obteñen a través da participación en actividades extraescolares deportivas. Ademais, o autoconcepto e a autoestima, factores que tamén se relacionan co rendemento académico dos/as estudantes, parecen verse influenciados positivamente naqueles/as alumnos/as que realizan actividades extraescolares, cos consecuentes beneficios en dito rendemento (Cladellas et al., 2013; Rasberry et al., 2011; González & Portolés, 2013; Wilson, 2009; Carmona et al., 2011; Porres, 2013).
Entón, que conclusión podemos sacar de todo isto? En primeiro lugar, que non hai actividades extraescolares boas ou malas senón que todas son beneficiosas se se axustan ó perfil do neno ou da nena. En segundo lugar, que a pesares de que non hai suficientes investigacións que estuden a influenza das actividades extraescolares na formación dos/as alumnos/as, o que si está claro é que non existen relacións negativas entre a realización de actividades extraescolares e o rendemento académico. Por estes motivos, planificar as actividades tendo en conta as necesidades dos/as cativos/as e en conxunto cos educadores favorecerá que ditas actividades complementen as carencias individuais de cada neno ou nena.

E agora...pensarás máis e mellor a que actividades extraescolares vas enviar ao teu/túa fillo/a?



Lucía Pumares Lavandeira